
Continuando con la tendencia del hacer, he resuelto romper con la inercia y realizar mi primer posteo en el blog.
Y para demostrar que realmente esta es una continuidad, lo que quiero decir intenta ser un eslabón más en esta cadena de “actos” comenzada por MH.
En este caso quería compartir esta publicidad, que seguramente han visto y ha pasado desapercibida para mas de uno; un poco por su antigüedad y otro poco porque a simple vista (que es como generalmente uno ve una publicidad, si las llega a ver…) no es una publicidad flashera que quede inmortalizada en nuestras retinas (acá les juro que me autocensuro la posibilidad de nombrar alguna publicidad, mitad para no exponer mi refinado mal gusto y mitad para no deschabar mi avanzada edad).
Pero si uno la ve [y escucha] con un poco de atención encontrara que la misma expone un problema sobre el cual los arquitectos, estudiantes de arquitectura y nosotros como docentes nos enfrentamos a menudo; y la verdad es que me parece muy pertinente para ilustrar lo que tantas veces tratamos de decir cuando declamamos: hagan, no cuenten…
Entiendo que a veces puede sonar un poco molesto y repetido el comentario, pero espero que este posteo los ayude a entender de qué hablamos cuando decimos esta remanida frase y lo ridículo que puede quedar cuando alguien construye grandes discursos sin actos que los avalen; y creo que ilustra muy bien una situación que claramente puede ser una de las tantas que vemos en nuestros lunes y jueves matutinos.
Obviamente traspolándolo a nuestra actividad ya que no me imagino a ninguno de ustedes con las calzas apretadas, tutú y las zapatillas de baile dando saltos por el taller (aunque probablemte la imagen sea bastante divertida).
Es simple, clara, sencilla, hasta con pocos recursos; pero realmente fuerte desde el mensaje. Tanto que realmente lo hace a uno reflexionar sobre como hace las cosas y como “dice que hace las cosas”.
Bueno, los dejo… voy cerrando mi primera intervención en el blog. Espero que les agrade. Costo un poco, se fue dilatando, y cada Lunes y Jueves que salía del taller pensaba: …”tengo que subir el video del bailarín”…; y sin notarlo yo mismo era victima de lo que pregono en estas líneas.
Pero bueno, acá esta, logre soltarlo y creo que se entiende el mensaje.
No es una pieza singular de la literatura castellana, pero esa es otra idea que hay que empezar a combatir: no hace falta ser siempre genial y grandioso todo el tiempo, podemos ser simples, sencillos, probar, practicar, equivocarnos, errar, aprender de ello y volver a intentarlo… pero esa es una discusión que ya vendrá, espero que pronto.
Espero sus comentarios
H